Crisis Institucional

Hoy iniciamos - lo que espero sea una nueva etapa regular en el blog - un apartado semanal con "colaboraciones especiales" de colegas de otras disciplinas, con una aportación desde su especialidad y  relacionado (directa o indirectamente) con la economía.

Hoy tenemos la opinión de Evelyn Sieiro Santana, que es Licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad de Santiago de Compostela (España), que nos habla sobre la crisis institucional que esta viviendo España:

CRISIS INSTITUCIONAL

En los últimos días los medios de comunicación han dado un duro golpe a la clase política y son una prueba más del descontento social hacia estos. La desconfianza está motivada por la crisis económica y por las carencias de unos dirigentes incapaces de resolver los problemas de los ciudadanos.

El bombardeo diario de noticias por parte de los medios haciendo alusión al extesorero del PP, Luis Bárcenas, a los imputados por el caso Gürtel, a la supuesta contabilidad b del partido y a la sospechosa relación con miembros del Gobierno, han puesto al Ejecutivo de Mariano Rajoy en su momento más difícil.

Ya no sólo nos encontramos con una crisis económica, sino también con una crisis institucional. Los acontecimientos muestran un escenario de apatía hacia la política, falta de credibilidad en las instituciones, desgaste de los partidos políticos tradicionales y fortalecimiento de los partidos nacionalistas.

La causa está en la falta de una respuesta contundente por parte de nuestros dirigentes y la aceptación de responsabilidades. Para los ciudadanos es insuficiente el discurso del Gobierno y un argumento que carecen de fundamento por la propia naturaleza de las acusaciones que pesan sobre ellos.

El Partido Popular debe asumir responsabilidades políticas más allá de las jurídicas. La mayoría parlamentaria no puede esconder el malestar de la opinión pública.  Las circunstancias de hoy son distintas a las que había cuando asumió el poder: el menoscabo de su credibilidad debilita la política económica y la imagen exterior de su Gobierno y de España. Además, el Estado español, en uno de sus momentos más difíciles en democracia, no puede consentirlo.

A pesar de todo, la actitud de nuestros dirigentes está encaminada al inmovilismo político. El interés partidista prevalece sobre el interés de Estado. El discurso se fundamenta en la inocencia y en esperar a lo que digan los Tribunales; sin embargo, las propias reglas del juego democrático, establecidas en la Constitución, imposibilitan que un diputado o senador sea inculpado o procesado sin la previa autorización de la cámara respectiva. Además, sólo es competente la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

En definitiva, tropezamos con la falta de madurez de nuestros políticos, con un fuerte amiguismo y con unas instituciones que defienden el statu quo.

A partir de ahora, la acción del Gobierno estará dirigida a tapar la sombra de corrupción y, probablemente, este escándalo sirva para suavizar algunas de sus posturas porque, si algo es evidente, es el gran desgaste del partido con vistas a futuros procesos electorales.

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